46° Fecha: Domingo 4 de diciembre de 2011

Equipo 1: Ale – Juan – Gus – Fede – Facu (Fede)

Equipo 2: Hora – Santi – Cris – Wally – Manu (Wally)

Resultado: Ganó el Equipo Two por el “gol de muerte súbita”

Redactor: Walter “hoy sumo doble” Contesa

Sexo, drogas, alcohol, ovnis, futbol y rock and roll

Bueno, aquí me hago presente para redactar la bochinezca crónica futbolística de este domingo, los Grondona y Blatter del balompié local me han permitido y congraciado con tamaña responsabilidad, que tomaré sobre mis diminutos hombros.

Calurosa tardecita de principios del verano cementerio, los contendientes ya aguardaban entre elongaciones y músculos pre-sudorosos el arribo del casi siempre y rutinario impuntual relator de esta crónica.

No hubo mucho debate en cuanto a la distribución de los equipos, al ausentarse el patentador de la “Folha Seca” Tetiño Cerezo, hubo casi unanimidad en el reparto de los teams: los dos malos separados (evitaré dar nombre para auto incinerarme) al igual que los malabaristas y dotados técnicamente (Fede Campéon Boquense, y Manuel el Titiritero).

Así quedaron distribuidos los equipos:

Equipo One: Ale- Juan- Fede-Gus-Amigo de Fede (Facu) al que apodaré “Mr Large” (por su tamaña altitud)

Equipo Two: Cristofer- Santi-Manuel-Hora-and Me (Woldemor Waltus)

De entrada, el partido fue equilibrado, incluso, el Equipo One, de la mano del siempre ingenioso y dúctil Fede, acompañado por el actual rachero golero Ale y el despliegue de Gus, arrancó mejor, si mal no recuerdo, estuvieron 1 gol arriba en algunos minutos del encuentro.

Pero bueno, el partido iba a sufrir la primer mutación…Cristian y Santi empezaron a engranar en la defensa y a meter bochazos incisivos hacia los puntas, Hora rompía por afuera, aunque, como siempre opiné al respecto: tiene una muy buena técnica en velocidad, contrastada con su morfonismo (a diferencia de quien les habla, que carece de la mencionada técnica en velocidad…y caminando, y sentado, y etc etc, y abunda a veces en tal morfonismo cuando agacha la cabeza como toro enceguecido), Manuel y sus pasos de ballet, regando de pases, lujos, marca, y goles, y un sacrificado y voluntarioso Walter, que aportó la frecuente cuota de gol (1 o 2 por partido, desde el piso).

Así, como una frenética cabalgada de lujuria, en donde el macho alfa sube su humanidad recostándose sobre la postrada mujer sumisa, así se inclinó la cancha hasta sacar una diferencia que oscilaba entre los 3 y 4 goles (de máxima), incluido un precioso gol con trepada por la banda derecha del muchacho peticito de la casaca de Vélez Sarsfield, culminada con un férreo puntinazo de caño al arquero de turno.

Era un sueño perfecto, ideal, como estar subsumido en una orgía con tres bellas damiselas de actitud putativa, reventando de placer, quien no ha soñado algo así¿?, y de repente, todo ese sexo en el subconsciente mientras el cuerpo descansa, se hecha a perder cuando caen los Ovnis y la policía antinarcóticos. Así casi se hecha a perder la victoria, y el partido sufrió su segundo mutanismo.

Fede, fiel exponente de su ídolo boquense J.R. Riquelme (hasta lo he analizado exhaustivamente, tiene sus mismos trancos, y se mal humorada con los mismos gestos de frustración cuando los compinches del equipo ocasional no lo acompañan) empezó a tirar del carro, Ale cual pene envainado en látex, afinó su puntería para perforar el arco acordando distancia, Juan en una reveladora faceta atajadora, empezó a sacar pelotas del arco (aunque algunas con tremendo culo, palos y travesaño incluido). Trepaba Gus, remataba como galgo, gol adentro. Dribling de Fede, zapatazo, gol adentro. Firulete cansino del amigo de Fede, remate, gol adentro. Así se esfumó la ventaja de cuatro goles de los caballeros de Woldermort, hasta quedar igualados. Cayó la cincuentagenaria eternamente enamorada del mayor de los Morán, y decretó el cese de actividades.

Pero quedaba una bala más en la recámara. Cuando uno está caliente y la quiere poner, quiere repetir, y así los muchachos, calientes como herradura de caballo recién salida del fuego, optaron por el siempre apocalíptico “gol gana”, y en una magistral trepada ofensiva del muchacho de la melena halada, vestido con ropaje fortinero, slalom mediante cargado de desfachatada técnica, forzó un tiro al arco, que el arquero tapó con hombría, hasta que recogió el rebote el muchachito que le tocaría vestirse de héroe en la tarde, y eyaculó el gol de la victoria. Amén. Habemus Papa.

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Nota: aunque el redactor no lo mencione, nobleza obliga: el héroe del final fue el benemérito Hora.