Partido especial: Jueves 26 de agosto de 2010

Eran las 20:33 hs del jueves, cuando me disponía al “una duchita, cena y a la cama”. Era consciente de que le había dicho a Mati que si le fallara alguno me avisara, pero dado que el partido era a las 21 hs supose que ya estarían todos. Me sacó de mi ensoñación los acordes de la Electric Light Orchesta y su Last train to London:

-Mati.
-¿Qué hacés Juancho? Sé que ya es medio tarde pero, ¿podrás venir?
-¿Quién te falló?
-Nosotros estamos todos, pero el que tiene uno menos es el Mono…
-Ok voy.

Quién iba a ser el que jugara en el equipo rival no había sido decidido. Mas una vez en la cancha, tuve que elegir… me sacrifiqué, fui el mártir-traidor al que le tocó defender los colores del enemigo.

Progreso Fútbol Club: Fede – Tucu – Mati – Santi – Hora

Mono que Piensa: Mono Paulo – Mono Matías – Mono Franco – Nico – Juan

Redactor de turno: Juan “Doble agente”


Infiltrándome en el Mono que piensa tenía la oportunidad de conocer a fondo su táctica de juego. Sin embargo ese no era el objetivo: había que ganar, a como dé lugar. Así que si bien no es mucho, iba a dar lo mejor de mí para alcanzar la victoria.

Comenzamos ganando, con dos golazos de media distancia del delantero estrella Matías “Adriano” ante un Progreso desconcertado. Matigol al principio estuvo bastante inseguro arriba, y la puntería de Fede andaba floja, lo que mantenía la diferencia a favor. Sin embargo el equipo no tardó en rearmarse: Fede y el Tucu en la delantera se hacían difíciles de marcar. Yo conocía bien a los cinco, había jugado tanto con ellos como en su contra en varias ocasiones, pero de poco me sirvió ya que iban ganado confianza y seguridad, y lograron dar vuelta el resultado. Santiago recuperaba bien desde el fondo, y Horacio estaba atento como arquero, aunque desperdició algunas oportunidades en la delantera.

Por nuestra parte, tuve la suerte y comodidad de probar los beneficios de tener un arquero fijo: Franco no sólo ataja bien sino que también sale jugando y hace goles. Matías era mi compañero en la delantera, pero debo reconocer que me costó adaptarme al juego aéreo que caracteriza al equipo primate: pase largo y que la agarre el nueve (definitivamente, debo aprender a bajar la pelota). Nicolás recuperaba bien desde el fondo y se nos unía en el ataque, mientras que el Mono lidiaba entre la defensa y la mitad de cancha.

Así y todo el Progreso logró hacer otro tanto y la diferencia ahora era de dos puntos. Haciendo nuestro mejor esfuerzo (de todos modos creo yo que el partido estaba parejo) lográbamos achicar la distancia a un solo gol, pero los progresistas volvían a insertar manteniendo el dos arriba. Fede y el Tucu se hacían cada vez más fuertes en el área y hasta Mati también tuvo su gol.

Recuerdo haber tenido tres oportunidades claras pero desperdiciadas: un zapatazo al lado de la línea pegó CLANK en el travesaño, rebotó en el suelo y salió; un tiro con la rodilla, apenas pudo ser desviado por el arquero de turno; y un remate desde fuera del área, cuando el Mono me dijo “pegale vos” y la tiré con fuerza, pero el atento Horacio (que también le había tapado un disparo a Nicolás apenas llegando con la punta del pie) la mandó al córner. Sin embargo iba a hacerse justicia: íbamos un punto abajo cuando Santi saca desde el arco y comete un error fatal, la bola viene lenta hacia mí, como en un pase; la paro, miro, pienso, no comprendo… ante mí tenía la oportunidad de disparar a sangre fría, a quemarropa contra mis propios amigos. No lo dudo: chutazo a la red, sin piedad, el gol del empate. Se reanudaron las chances del equipo del Mono.

Sin embargo no había hecho más que despertar a un gigante: el Progreso se reafirmó y todo el equipo salió a buscar la gloria, y en un despilfarro de pases y jugadas llegó a la increíble distancia del 3 arriba. Pero el conjunto de los tres hermanos no iba a quedarse atrás, y con toda la garra animal hizo uno y dos goles más. Era la última jugada, la que posibilitaba un nuevo empate. Tengo la pelota cerca de la línea izquierda, estoy lejos para pegarle directo, pero veo a mi compañero Matías usurpando el área. Levanto el balón como un globo y mando el centro. La veo rodar en el aire cuando una voz femenina (jugábamos en el Viejo Brown) grita “tiempo”. No importa, el esférico aún seguía flotando y la oportunidad no se había perdido. Lo veo a Matías largando el cabezazo, esforzándose hasta con los últimos rulos para dejar el partido en tablas… pero no llega. La pelota se va por la línea de fondo y el partido termina 1 arriba a favor del Progreso.