19° Fecha: Domingo 8 de agosto de 2010

El Partido del Día del Niño.

Equipo 1: Fede, Tete, Cris, Camiseti y Dami.

Equipo 2: Tomi, Hora, Gus y Ari L.


Resultado: Ganó el equipo 1 por gol de oro.


Redactor de turno: Damián

Ocho niños peludos más el lampiño Broglio se juntaron en su día a joder con la pelota (¿que mejor forma de festejarlo, si no?) en la cancha trasera del Progreso en otro domingo peronista de Agosto. Estos nueve chavales, el capital más valioso de la nación y esperanza del deporte argentino, como diría el General, dieron en la tarde de ayer un encuentro para la memoria y la reflexión. Pocas veces se ha visto en estos duelos domingueros a un combo en desventaja (ya sea numérica o cualitativa) enfrentar al que lleva todas las de ganar con la osadía y el tesón con que el Equipo 2 (que formó con 4 grandes guerreros del balón, mientras que el rival lo hizo con 5) defendió y transpiró su camiseta. La victoria fue para el 1. Para quien no haya estado presente en el convite y se atenga solo a números, probablemente esto le resulte previsible y aburrido. Así debía estar escrito en el Gran Libro de las Crónicas del Fútbol Barrial: son 5 contra 4, gana el de 5. Pero hasta los menos dados a hablar de hados y suertes de los que estuvieron ayer presentes en el Progreso se fueron del match con la idea fija: “QUE ORTO QUE TUVO EL EQUIPO 1”. El partido terminó con una bocha tan extraña y decisiva como esas en las que en tenis tocan la red, quedan en el aire y nadie sabe que va a pasar hasta que la pelota cae finalmente de un lado u otro sentenciando la desgracia y la alegría para cada una de las partes en pugna. Parece que no queda otra que reconocer que la suerte existe, pero hay algo más inquietante: juega para los poderosos… o al menos eso hizo la tarde de ayer.

En resumidas cuentas, el partido fue así:

Durante los primeros minutos de tanteo, ninguno llegaba con claridad y el juego se mostraba tímido por ambas partes. Sin embargo, la que andaba sin pudores era la trolita de cuero, que de movida en los 10 iniciales buscó en reiteradas oportunidades las bolas del Tomi, con total éxito. Como de costumbre, la loca no tocó con delicadeza, lo cual provocó que el mago del balompié tuviera que permanecer casi igual tiempo agachado que corriendo por aquellos momentos de apertura del match. Una vez recuperado, Tom se encargó de abrir el marcador para su equipo, aunque el 2 no tardó en empatar. Entonces, otra vez las cosas volvían a estar parejas. Demasiado teniendo en cuenta la superioridad numérica del 1, hasta que los muchachos del 2 volvieron a ponerse en ventaja rondando los 15 minutos, pero sólo para que el 1 iguale casi de inmediato otra vez. El jugador de menos del 2 no se notaba y las fuerzas continuaban equilibradas.

De un lado, la bestia de 1.70 comenzaba a afianzarse desde abajo pasando cada vez más hacia la vanguardia en terreno rival. Tomi manejaba los tiempos y repartía el juego con una precisión perfecta, destilando gambetas que sus rivales no dejarían de sufrir durante todo el encuentro. Gus, como es su tradición, era una máquina de subir y bajar a toda velocidad, mientras que Hora completaba el cuarteto mortal con más velocidad aún y, una vez entrado en calor, con puntería y gol. Entre tanto, a los muchachos del 1, algo confiados, se los notaba desconcentrados, llegando a cometer algunos errores infantiles, tal como el de los Vallaprimos y que volvió a poner arriba al equipo 2: un pase mal dado de Dami a Tete en el arco termina alcanzando la red. Cami venía jugando bien, pero tal vez por efecto de algunas hierbas disparaba sus remates sin puntería alguna. De momento, al equipo lo mantenían con vida el Titán Fede y el siempre bien parado y sólido semental Broglio.

Las cosas se siguieron complicando para el combo de cinco jugadores. La diferencia en el marcador aumentó a favor del 2. Uno, luego dos tantos, e incluso tres… Los supuestos papeles de los equipos estaban invertidos. Todo era dominio del cuarteto comandado por el capitán Tom, de actuación memorable. Casi siempre que encaró, dejó a sus marcadores en el camino, muchas veces revolcados por el suelo con tal de frenar lo imparable. Sumado a la velocidad y garra de Gus, Ariel y Hora, rondando los 45 todo parecía indicar que lo que aún quedaba por jugarse era un mero formalismo. El match lo dominaba el 2, siempre arriba en el marcador, más allá de que el juego de sus rivales había mejorado. Los muchachos que se veían derrotados, entonces, heridos en su amor propio, dejaron de cometer grandes torpezas y empezaron, tardíamente, a generar las situaciones más claras de gol. Sin embargo, faltaba definición. Hasta el Fede fallaba en ese último toque para concretar.

Pero, como siempre, en el momento menos pensado, ahí apareció él, ¿quién va a ser?, ¡el Tete muchachos! El Tete otra vez desde la posición que mejor le sienta que como si dijera: “¿Que somos 5 perejiles desconcentrados? ¿Que cuatro chavaletes nos van a venir a pintar la cara como si nada? ¡Nada de eso señores! Somos 5 criollos, la raza más futbolera del mundo, y SOMOS UNA PUTA MAQUINA DE GANAR!” le infundió una dosis de confianza al grupo con un gran chutazo que disparó de primera al fondo del arco rival. Y entonces Cami empezó a pifiar menos, Cristophere a puro corazón también se entusiasmó y se dio el gustito de mojar como el más experimentado de los delanteros y Fede clavó un bombazo en el ángulo en lo que fue su mejor gol de la fecha. Solo faltaba que Dami se ponga más preciso en el pase, y ya estaba desentonando un poco con el progreso del equipo. Pero quiso el destino que al pelado no le faltase oportunidad para reivindicarse ante los suyos. Y no la desperdició.

El encuentro llegó a estar igualado al hacer el uruguayo acto de presencia. Cuando se le informó del inminente empate, el rapaz mercader se mostró contemplativo una vez más y decidió que se juegue a gol de oro, ubicándose serio y cruzado de brazos en un ángulo del estadio para ver los apasionantes minutos finales. Y apenas reanudado el partido, llegó la jugada decisiva: el enorme Cristophere rechaza con violencia desde abajo, el esférico se dirige hacia terreno del 2 donde aguardan uno muy cerca del otro Dami (ubicado como único delantero) y la bestia (último hombre-arquero de un equipo volcado enteramente adelante dispuesto a matar o morir), quienes traban el balón con fuerza, sabiendo que un error en tal instancia les cuesta el partido. La traba es limpia y la redonda se eleva rectamente entre los dos hacia las alturas. Por un segundo nadie sabe que dirección va a tomar… Hasta que se decide y gira hacia el arco del 2. Después, lo que tenía que pasar. Dami la acompaña en su loca carrera hacia el gol y la empuja suavemente al sentir el aliento en la pelada de la bestia que se acerca rugiente a sus espaldas. Fue el gol para una victoria que para muchos, estaba escrita. De nuevo la misma historieta: al final, siempre ganan los que tienen que ganar… Tras la experiencia que había empezado como festejo, los niños, amargados por esos pensamientos pesimistas y por el final del juego, se marcharon a ahogar sus penas, en Coca y en Sprite.